La noticia de ser padres por segunda vez llega, casi siempre, acompañada de muchos temores, ¡el primero de ellos es el errado pensamiento de creer que no podrán querer a una segunda guagua como se quiere al primer hijo…ERROR! Sólo será necesario que nazca para comprobar que el amor a un hijo es infinito y que se ama al segundo, tercero, cuarto y los que vengan, con el mismo amor e intensidad que al primero.
El segundo gran temor es qué pasará con “el hermano mayor” cuando nazca su hermanito o hermanita. La verdad es que no es fácil predecir ya que dependerá del tipo de apego, de crianza, la edad, madurez, etc. de cada niño, pero si es cierto que hay algunas consideraciones y tips que son importantes de recordar para hacer que esta etapa eventualmente difícil sea lo menos dura para el niño y los padres:
- Numerosos sicólogos comparan la llegada de un hermano y el sentimiento del niño a lo que una persona siente si su pareja le declara que a partir de hoy querrá a otra mujer (u hombre) y que serán más de dos en la relación: ¡CELOS! A pesar de que puede ser así, debemos considerar que la relación de hermanos es una realidad que en la vida trae más beneficios y aportes que duran la vida entera
- Una costumbre bastante arraigada en nuestra sociedad es que el hermanito nuevo traiga un regalo al hermano grande, de manera que los niños relacionen al nuevo integrante con cosas buenas. Esto puede extenderse a los abuelos, familiares más cercanos que pueden colaborar bastante si le dedican un tiempo, regalo o mirada antes al hermano mayor que al recién nacido. Es importante recordar que el peak de los celos en los niños es cuando el hermano menor tiene entre 7 y 11 meses y ya todas esas estrategias de atención se han diluido, por lo que hay que estar atentos a las señales de celos.
- Es importante que el niño sienta e incorpore a su hermano/a en su dinámica progresivamente, pero debemos evitar como padres ser invasivos o nombrar al futuro integrante de la familia para todo. Si le decimos constantemente “no puedo tomarte en brazos porque tengo tu hermanito en la guata”, “me canso porque tu hermanito está acá adentro” o, más adelante, “no hagas ruido porque despiertas a tu hermano” o “no puedo salir a la plaza porque tengo que darle papa a tu hermano/a”, eso generará naturalmente un rechazo del niño hacia la guagua ya que por “su culpa” no pueden tener la misma vida de antes. Está bien que comience a considerarlo en la dinámica familiar pero no es necesario hacerlo responsable de todos los cambios. Bien podemos decirle a un niño “después de tu leche podremos salir a la plaza” sin necesidad de recordarle que no lo hacemos antes por el hermano.
- El espacio físico es importante, si un niño duerme en una cuna o en un dormitorio que será utilizado por su hermano/a cuando nazca, es importante hacer las modificaciones necesarias antes de que el desplazamiento sea tan evidente (cambiarlo antes del nacimiento por ejemplo): preparar la pieza del hermano mayor con tiempo, dejarlo que nos ayude a elegir algunas cosas para su pieza de niño grande, que pueda decidir algunas cosas acerca de su decoración, son detalles que hacen que los niños sientan el beneficio de crecer y no que deben regalarle todo al nuevo miembro de la familia. Que los niños puedan escoger algunos elementos de su nuevo espacio (dentro de las alternativas que cada familia quiera entregarle), ayuda a su sentimiento de pertenencia y orgullo que necesitamos que tenga.
- No todo debe ser pérdida de espacio y dedicación de los padres, ser “hermano mayor” debe traer consigo algunos privilegios, que es importante que los niños sientan como tales: ”mientras tu hermano duerme vamos a tomar un helado a la esquina porque él es muy chico para eso” o “veamos esta película de grandes solos los 3“ son mensajes que hacen a los niños sentirse orgullosos de su papel de hermano mayor.
- Incorporar a los niños en las rutinas con sus hermanos menores y lograr que ayuden y colaboren “porque son más responsables” es una señal muy poderosa de que confiamos en ellos: traer el pañal, mover el cascabel mientras los mudamos, contarles una historia (aunque no sea muy coherente), ser el ayudante de las “horas” (avisar cuando el reloj marque xx hr), etc. empodera a los niños a sentirse orgullosos de tener alguien a quien cuidar.
- Aprender a compartir espacios y tiempos es algo que se logra casi naturalmente cuando se tiene hermanos y es bueno que así sea, pero es importante que los padres no estemos TODO el tiempo pensando en la familia feliz que quisiéramos ser o que nuestros niños deben compartir su ropa, juguetes, familiares y absolutamente todo lo que fue privado de un día para otro. Es bueno darle el espacio a los niños para poder guardarse algunos juguetes o espacios para si mismo, sin obligarlos a compartir ese tesoro (es bueno negociar con ellos, “puedes guardar en esta caja lo que no quieres que tu hermanito toque”, por ejemplo).
- Finalmente, es importante recordar que tener hermanos trae más beneficios que pérdidas pero que es una reflexión y conclusión adulta, que no podemos pedirle a un niño de 2, 3 o 4 años que lo procese como nosotros los adultos. Será necesaria mucha paciencia, tiempo de explicaciones, dedicación y firmeza para sobrellevar algo que, en definitiva, es natural y la mayoría de los niños viven: agrandar la familia.
Marcela Valdivia Carretero
Educadora Párvulos PUC
Magister en Educación
Investigadora área Familia y Relaciones Humanas
Ex profesora Facultad educación PUC
Directora Jardín Infantil Andalué
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