Todos los adultos que han visto crecer a los niños en sus diferentes edades se han dado cuenta de que esto ocurre en distintas etapas, donde dentro de cada una existe un nuevo conocimiento acerca del mundo.
Durante los primeros dos años de vida se encuentran en una etapa de juego funcional, donde en los primeros meses se involucran reflejos involuntarios y automáticos, los cuales con el tiempo y al finalizar esta etapa tendrán una finalidad y se harán siendo conscientes. Dentro de esta etapa el niño aprende a comprender el mundo a través de su propio cuerpo, y a través de las experiencias vividas se irá desarrollando el repertorio lingüístico que posteriormente será ocupado por el niño.
Luego empieza la etapa de juego simbólico, la cual ocurre entre los 2 y 6/7 años. Dentro de esta etapa los niños y niñas empiezan a simular situaciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego. Esta etapa es muy importante ya que ayuda a los niños y niñas a comprender el entorno que los rodea, establecer un juego de roles y así descubrir a la sociedad, desarrollar el lenguaje ya que verbalizan constantemente y estimular la imaginación y creatividad. Durante esta etapa los niños desarrollan un lenguaje más parecido al de los adultos.
Finalmente existe la etapa de juego de reglas, el cual ocurre a partir de los 6 o 7 años. Dentro de esta etapa los niños socializan con otros, llegan a consensos acerca de las reglas para poder jugar aprendiendo a escuchar la opinión de los demás, favorecer la toma de turnos, el desarrollo del lenguaje, memoria, razonamiento, atención y reflexión. Es importante mencionar que esto va ocurriendo a medida que pasan los años, logrando llegar a consensos acerca de las diferentes reglas existentes para un mismo juego entre los 11 y 12 años.
Para Piaget también existe una etapa de juego la cual se va desarrollando en paralelo con las mencionadas anteriormente, llamada juego de construcción. Dentro de esta etapa existen actividades desde armar una torre con cubos, piezas de encaje, hasta realizar un puzzle con muchas piezas. La importancia de esta etapa es facilitar el juego compartido, ayuda a potenciar la creatividad, a desarrollar la coordinación óculo-manual, mejorar la motricidad fina, aumentar la capacidad de atención, estimular la memoria visual, facilitar la comprensión y razonamiento espacial y desarrollar las capacidades de análisis y síntesis.
Los adultos tenemos un rol fundamental en el juego con los niños y niñas, ya que al participar estamos ayudando a estimular las diferentes esferas que existen tanto a nivel cognitivo, de lenguaje y de socialización. A través de la vivencia de diferentes experiencias compartidas los niños aprenderán de una forma más rápida y será menos probable que olviden en un corto plazo los nuevos aprendizajes obtenidos.
Sofía Illanes V.
Fonoaudióloga UDD.
Magíster en Educación Diferencial con mención en trastornos del lenguaje, comunicación y audición. U. Mayor
Correo: sofiaillanesv@gmail.com
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