Seguramente todos estamos seguros y claros de lo importante que es tener una autoestima alta, sentirse seguros por la vida y, por supuesto, ayudar a que nuestros hijos la tengan.
Los niños forman su autoimagen a partir de lo que escuchan y sienten de los adultos que los rodean. Si un niño vive escuchando que hace todo mal, terminará por creerlo, así también, si confiamos en ellos y los apoyamos, creerán que pueden y se atreverán a avanzar. Es importante saber que la autoestima positiva no es sentirse superior al resto, sino saber valorar mis fortalezas y enfrentar con decisión mis limitaciones, por lo tanto, para ser realista no es necesario encontrar que todo lo que hacen nuestros niños es perfecto, sino que hacerles ver lo que está bien y también lo que están mejorando o pueden mejorar.
El lenguaje que utilicemos como adultos (verbal y no verbal) para hacerlo es tal vez lo más importante ya que ellos son capaces de percibir la inconsistencia cuando decimos, por ejemplo, “que lindo” y ni siquiera sacamos la vista de nuestro celular.
Hay algunos aspectos que debemos considerar en esta construcción de autoestima positiva sobre la que creemos importante reflexionar:
Si cada vez que un niño realiza un dibujo, hace una tarea, dice cualquier cosa, le encontramos todo lindo precioso, sin detenernos a verlo juntos, a analizarlo o darle una vuelta, estamos perdiendo credibilidad ya que muchas veces los niños pueden no estar del todo conformes con su trabajo y bastará preguntarles para saberlo. Es usual escuchar niños que, frente a un adulto que le dice: “qué lindo tu dibujo”, responda: “a mí no me gusta, otros me quedan mejor o es feo porque no lo he pintado”. En ocasiones, es mejor preguntarles “¿te gusta a ti? ¿estás conforme? y, después de eso poder decirles que nos parece lindo o que destacamos el esfuerzo o la perseverancia, por ejemplo. Es importante el lenguaje que utilizamos ya que no sólo son destacables los logros sino que también los procesos y eso los niños lo perciben y da cuenta de la valoración que le damos los adultos a eso.
Otro aspecto importante al felicitar es el lenguaje que utilizamos, ya que muchas veces estas felicitaciones a nuestros niños son “críticas encubiertas”: Decirle a un niño “viste que puedes comerte toda la comida como un niño grande no como ayer” es una crítica no una felicitación, “ahora sí que eres un niño grande, no como cuando lloras”, también es una crítica. Y así infinitas cosas que los adultos decimos casi sin pensar y que pueden estar haciendo que construyan imágenes erradas de ellos mismos.
Para un niño no es necesario recibir elogios constantemente, es mejor un adulto que mire, reflexione, converse y felicite eventualmente por situaciones específicas, ya que, el exceso de elogio tiende a generar dependencia del adulto, acostumbrando a los niños a tener un agente externo que evalúe si algo está bien o mal, impidiéndole construir su propia autorregulación, la cual será necesaria cuando llegue a la adolescencia y deba decidir (sin adultos que lo miren) qué es correcto y qué no, y atreverse a decir lo que no le parece.
La autoestima positiva es un factor protector para el futuro, es una herramienta poderosa que puede ayudar a un niño o joven a mantenerse alejado de situaciones peligrosas o nocivas, por lo tanto lo que hagamos, digamos o dejemos de decir puede ser determinante.
Marcela Valdivia Carretero
Educadora Párvulos PUC
Magister en Educación
Investigadora área Familia y Relaciones Humanas
Ex profesora Facultad educación PUC
Directora Jardín Infantil Andalué
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