En la vida, lo que construye la base de la personalidad futura y determina en muchas cosas el tipo de vida que tenemos, tiene que ver con las experiencias y recuerdos que tenemos de nuestra propia infancia. Los padres somos determinantes en esto con nuestros niños, en “construir recuerdos”. Para hacerlo, no es necesario hacer grandes panoramas o gastar mucho, sólo es importante escuchar a nuestros niños y proponernos hacerlo.
Para los niños, esas cosas muy simples son recordadas como momentos especiales, lo importante y central de todo esto es sentirse atendido en exclusiva y compartir la complicidad de hacer algo juntos.
Leer un cuento, cocinar, hacer un picnic, ver una película, hacer manualidades, regar las plantas, en fin, cualquier actividad rutinaria y sistemática puede ser la base de un buen recuerdo para nuestros hijos y colaborar para formar esa autoimagen positiva producto de sentirse querido.
Cuando tenemos dificultades o al final de la vida, cuando hacemos un recuento de las cosas importantes, siempre vienen a nuestra mente aquellas cosas que no tienen precio: los campamentos debajo de la mesa del comedor, la historia repetida que nuestro padre o abuelo nos contaba siempre, las galletas de navidad decoradas juntos, los chistes repetidos inventados en el auto, las canciones con letras cambiadas y cualquier otro minuto que nuestras personas queridas nos dedicaron, sin celulares o distractores de por medio .
El desafío es hacerse el tiempo, buscar los minutos y generar rutinas desde los intereses de cada familia.
Marcela Valdivia Carretero
Educadora Párvulos PUC
Magister en Educación
Investigadora área Familia y Relaciones Humanas
Ex profesora Facultad educación PUC
Directora Jardín Infantil Andalué
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